Tras su éxito en la clausura de la Bienal de Sevilla, la bailaora Rocío Molina vuelve a la improvisación en El Dorado, Societat Flamenca Barcelonesa.
En Catalunya, acaba de presentar su "Caída del cielo" en Temporada Alta de Girona-Salt y está de nuevo anunciada en el Mercat de les Flors para la próxima primavera.
“Impulsos” de Rocío Molina (baile), Antonio Campos (cante) y Pablo Martín Jones (percusión)
Jueves, 15 de diciembre de 2016, 20 h. Entradas 10 €, socios gratis.
Sala Sandaru (Buenaventura Muñoz, 21. 08018 BARCELONA).
Rocío Molina (Vélez Málaga, 1984) destaca entre las bailaoras de mayor creatividad y proyección. En la última década se ha consagrado como figura estelar en los escenarios más prestigiosos del mundo, del Esplanade de Singapur al Chaillot de París, pasando por el Sadler's Wells de Londres o el Lincoln Center de Nueva York, a la vez que no cesa en imaginar y realizar nuevos retos.
Desde 2012, probablemente a partir de la oportunidad de su participación en el proyecto “Bailar, ¿es eso lo que queréis?”, del Teatro Pradillo de Madrid, las improvisaciones que suele presentar bajo el título de "Impulsos", se han ido abriendo espacio en su producción, alternándose con los espectáculos estructurados y ensayados. El más reciente de ellos, "Caída del Cielo", lo ha estrenado en el Thêatre de Chaillot, de París, y acaba de presentarlo en el Temporada Alta de Salt-Girona.
El más ambicioso de sus improvisados "Impulsos", con una duración de cuatro horas, constituyó la propuesta de clausura de la aún reciente Bienal Flamenca de Sevilla, que en su anterior edición galardonó a la bailaora con el Giraldillo. Memorables, también, los que presentó en una discoteca de Nueva York o los que, con la Torre Eiffel tras los ventanales, suele ofrecer en el parisino Thêatre National deChaillot, del cual es artista asociada.
En El Dorado, Societat Flamenca Barcelonesa, las improvisaciones de Rocío Molina encontrarán sin duda el calor próximo de la afición atenta y, tal vez, evocarán la intimidad y la introspección propia de la labor creativa en el estudio. En cualquier caso, esta vez ha decidido prescindir de guitarrista en el acompañamiento, reducido así al cante de Antonio Campos (Tarragona, 1974) y a las prolijas e inspiradas percusiones de Pablo Martín Jones, habitual junto a la bailaora.
Bailaora desde los siete años, Premio Nacional de Danza 2010, simultaneó el estudio del baile flamenco con el de la danza contemporánea y, casi desde sus inicios, desarrolla un carácter muy personal. Desde un cierto tópico, sobre todo fuera de España la presentan como la "Kandinski" del flamenco, arte que con figuras como Vicente Escudero o Antonia Mercé, la Argentina, participó en efecto del impulso de las vanguardias históricas.
En el juicio agudo que Juan Vergillos formuló hace ya diez años, «Rocío Molina, revelación última del baile flamenco femenino, tiene un estilo personal, mezcla de rara ingenuidad y poderío terrenal. Rocío es muchas bailaoras en una, con una capacidad asombrosa para asimilar a su propio estilo formas y fórmulas ajenas».
Antonio Campos, a su vez, destaca entre los cantaores más apreciados en el acompañamiento al baile. En el flamenco se formó primero como guitarrista en Granada, su ciudad desde la infancia. Entre otros, ha cantado para Mario Maya, Rafaela Carrasco, Merche Esmeralda, Javier Barón, Manuela Carrasco, Javier Latorre, Manuel Liñán, La Moneta, Belén Maya, Marco Flores, Adela Campallo, Manolo Marín, Joaquín Grilo o Shoji Kojima. A Rocío Molina la acompañó también en la pasada Bienal Flamenca de Sevilla.
Rocío Molina - Danzaora - Biennale d´art flamenco / Théâtre National de Chaillot (Paris)
Rocío Molina - Impulsos
El Dorado, Sociedad Flamenca Barcelonesa, tiene por finalidad promover el goce, el conocimiento y la divulgación del Arte Flamenco. Para ello, organiza actuaciones de artistas flamencos, así como conferencias, cursos, audiciones y proyecciones audiovisuales, con particular atención a los aspectos del Arte Flamenco relacionados con la vitalidad creativa y la historia cultural de Barcelona y, en general, Catalunya.
Bailaora desde los siete años, Premio Nacional de Danza 2010, simultaneó el estudio del baile flamenco con el de la danza contemporánea y, casi desde sus inicios, desarrolla un carácter muy personal. Desde un cierto tópico, sobre todo fuera de España la presentan como la "Kandinski" del flamenco, arte que con figuras como Vicente Escudero o Antonia Mercé, la Argentina, participó en efecto del impulso de las vanguardias históricas.
En el juicio agudo que Juan Vergillos formuló hace ya diez años, «Rocío Molina, revelación última del baile flamenco femenino, tiene un estilo personal, mezcla de rara ingenuidad y poderío terrenal. Rocío es muchas bailaoras en una, con una capacidad asombrosa para asimilar a su propio estilo formas y fórmulas ajenas».
Antonio Campos, a su vez, destaca entre los cantaores más apreciados en el acompañamiento al baile. En el flamenco se formó primero como guitarrista en Granada, su ciudad desde la infancia. Entre otros, ha cantado para Mario Maya, Rafaela Carrasco, Merche Esmeralda, Javier Barón, Manuela Carrasco, Javier Latorre, Manuel Liñán, La Moneta, Belén Maya, Marco Flores, Adela Campallo, Manolo Marín, Joaquín Grilo o Shoji Kojima. A Rocío Molina la acompañó también en la pasada Bienal Flamenca de Sevilla.
Rocío Molina - Danzaora - Biennale d´art flamenco / Théâtre National de Chaillot (Paris)
Rocío Molina - Impulsos
El Dorado, Sociedad Flamenca Barcelonesa, tiene por finalidad promover el goce, el conocimiento y la divulgación del Arte Flamenco. Para ello, organiza actuaciones de artistas flamencos, así como conferencias, cursos, audiciones y proyecciones audiovisuales, con particular atención a los aspectos del Arte Flamenco relacionados con la vitalidad creativa y la historia cultural de Barcelona y, en general, Catalunya.
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